¿Pero pueden, con su psicología barata y su tecnocerebro de los años cincuenta, siquiera echar un vistazo a lo que hay detrás de los ojos de un hacker?
¿Se han parado alguna vez a pensar qué es lo que les hace comportarse así, qué les ha convertido en lo que son?
Yo soy un hacker, entre en mi mundo.
Mi mundo comienza en el colegio. Soy más listo que el resto de mis compañeros, lo que enseñan me parece muy aburrido.
"Malditos subrealizados. Son todos iguales". Puedo estar en el colegio o un instituto. Les he oído explicar cientos de veces cómo se reducen las fracciones. Todo eso ya lo entiendo. "No, Sr. Smith, no he escrito mi trabajo. Lo tengo guardado en la cabeza".
"Malditos críos. Seguro que lo ha copiado. Son todos iguales".
Hoy he descubierto algo. Un ordenador. Un momento, esto mola. Hace lo que quiero que haga. Si comete errores, es porque yo le he dicho que lo haga. No porque yo no le guste, me tenga miedo, piense que soy un listillo o no le guste ni enseñar ni estar aquí. Malditos críos. A todo lo que se dedican es a jugar.
Son todos iguales.
Entonces ocurre algo... se abre una puerta a un nuevo mundo... todo a través de la línea telefónica, como la heroína a través de las venas de un adicto, emana un pulso electrónico, buscaba un refugio ante las incompetencias de todos los días... y me encuentro con un teclado. "Es esto... aquí pertenezco... ".
Conozco a todo mundo... aunque nunca me haya cruzado con ellos, les dirigiese la palabra o escuchase su voz... los conozco a todos... malditos críos. Ya está enganchado otra vez al teléfono. Son todos iguales... puedes apostar lo quieras a que son todos iguales... les das la mano y se toman el brazo... y se quejan de que se lo damos todo tan masticado que cuando lo reciben ya ni siquiera tiene sabor.
O nos gobiernan los sádicos o nos ignoran los apáticos. Los pocos que tienen algo que enseñarnos buscan alumnos complacientes, pero esos pocos son como gotas de agua en el desierto.
Este mundo es nuestro... el mundo de los electrones y los interruptores, la belleza del baudio. Utilizamos un servicio ya existente, sin pagar por eso que podría haber sido barato como el polvo, si no estuviera en manos de glotones hambrientos de ganancias.
Y nos llamáis delincuentes. Exploramos... y nos llamáis delincuentes. Buscamos ampliar nuestros conocimientos... y nos llamáis delincuentes.
No diferenciamos el color de la piel, ni la nacionalidad, ni la religión... y vosotros nos llamáis delincuentes. Construís bombas atómicas, hacéis la guerra, asesináis, estafáis al país y nos mentís tratando de hacernos creer que sois buenos, y aún nos tratáis de delincuentes.
Sí, soy un delincuente.
Mi delito es la curiosidad. Mi delito es juzgar a la gente por lo que dice y por lo que piensa, no por lo que parece. Mi delito es ser más inteligente que vosotros, algo que nunca me perdonaréis. Soy un hacker, y éste es mi manifiesto. Podéis eliminar a algunos de nosotros, pero no a todos...
después de todo, somos todos iguales.
The Mentor, 1986.
- La Frase de Hoy: A buen entendedor, pocas palabras bastan. Refran español.
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